Regia urdimbre, entretela
cordobesa,
cálamo de Aquiles, oh
genio adusto,
¡qué gran predio logró tu
ser vetusto
cuando ya de Átropos su luz fue presa!
El olivo se yergue en la
dehesa
hondo en sus raíces y tronco justo
que el fruto torna en
óleo robusto
de almazara semántica maesa.
¡Cuán galante aquel mar!, ¡oh Galatea!,
que, al candil de la noche, se desata
y espera a Polifemo que la vea
e ir, consigo, a la orilla
dulce y grata
del Guadalquivir, donde
se batea
titánico tu verso de oro
y plata.
*
M. Á. M.
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