*
Mis ojos ya no ven las mismas cosas.
Lo blanco tiene un tono evanescente,
ambiguo, amarillento o gris; ausente
de luz o de matiz mientras, umbrosas
las lágrimas, descienden como losas
abiertas a un pasado indiferente
a todo lo vivido y lo presente
en aras de caer entre las rosas.
Y llegan a esa orilla, donde pasa
el cauce transparente y juguetón
del tiempo, a besar con levedad
sus aguas, que se van camino a casa
y dejan, tras de sí, en el corazón,
señales con sabor a eternidad.
*
M. Á. M.
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