*
Despierto y desayuno en el silencio,
respiro como pájaro sin brillo
la bruma de un café por la mañana
y vuelvo a mi rutina manso, quedo,
a serme de la fronda, entre los pinos,
acícula que cae, voz, palabra
tormentosa, presente tras los flecos
de una lluvia ligera de verano;
apenas un suspiro de agua y barro
que nunca irrigará ninguna flor.
Despierto en la frontera gris del alma
que muda y se hace apóstata de mí
y emigra a la alambrada, al precipicio
a dar el salto y ser, por una vez,
en plena libertad y ver el fin
de todo esto: vida, muerte, nada;
tan solo un sueño más de luz que apaga
el pulso de la sangre en las arterias,
que el tiempo va cerrando sobre sí
a golpe de verdad y corazón.
*
M.Á.M.
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