XXII
Amado mío, a veces los acontecimientos
nos sobrepasan, y no podemos sino
afrontarlos tal y como vengan pues así es como la vida nos define y pone a
prueba; y también nos sirve de experiencia para que la paciencia surja como
surgen y se manifiestan los verdaderos amigos y no aquellos que solo lo son por conveniencia.
Recibí tu carta hace tres meses en la sede del PSOE. Fui allí acompañada de
Ernesto García, estaban tratando del resultado de la jornada y haciendo preparativos
para que la revolución no se detenga sino que siga adelante y con más fuerza si
cabe, acordaron una reunión con los dirigentes de la Confederación para llevar
a cabo una huelga general indefinida. Al finalizar, Largo Caballero se acercó y
mirándome a los ojos extendió su mano y me hizo entrega de la misma:
—Es para ti, Inés —me dijo—, Chema
la ha enviado por medio de los militantes ya que sabemos que Romanones tiene informadores en todas las
oficinas que retienen y abren el correo.
—Sí, sé que es así —respondí— Conozco
esos métodos demasiado bien. Con un abrazó suyo salí de allí; una extraña sensación, mezcla de vacío y
ansiedad, me persiguió hasta llegar a nuestro piso de Atocha. Abrí y leí y
volví a leer y seguí y seguí leyendo una y otra vez hasta que se hizo de noche,
una noche cerrada sobre mí y sobre la ciudad. Desperté sintiendo más lacerante
que nunca tu ausencia, así que (quiera Dios que todo cambie) comencé a
escribirte mas las palabras no querían salir y el dolor se acumulaba mientras
todos los acontecimientos comenzaban a desbordarme y a ponerme en una situación
de indefensión como jamás había conocido, así que armándome de valor lo dejé
estar hasta hoy, en que no he podido resistir más tanto sentimiento y con el
corazón en la mano, como siempre lo he hecho y haré, mi amor, te escribo, te
pienso, te siento… ¡Te Amo!. Todo lo que sigue a continuación son las
consecuencias últimas de lo sucedido aquel día.
Don Manuel ha sido sustituido; el presidente nombrado en su lugar por el Rey
es Eduardo Dato, y dicen las malas lenguas que es aún peor que don Álvaro, y que
no tiene el menor escrúpulo en hacer uso de la fuerza para sofocar los ánimos
pues ayer mismo suspendió las garantías
constitucionales y aprobó la legalización de las juntas militares. Iluso Alfonso... ¿Acaso
no se da cuenta de que no puedes apagar
el fuego si se lo encargas a un pirómano, aunque vaya vestido de bombero?
Nuestro hijo ha comenzado a trabajar
ayudando con el papeleo del bufete, se le ve muy ilusionado pero ya le he dicho
que se aplique en terminar derecho si quiere aspirar a más; García Prieto es un
buen hombre y amigo fiel aunque nuestros pensamientos sean diferentes, puedo
estar segura de que no le faltarán oportunidades bajo su tutela.
Poco podré añadir o ayudar desde
aquí a partir de ahora, ya que el congreso no es sino un títere de lo que se
decida en los cuarteles y en la corte no tenemos nada que hacer por lo que tú
ya sabes… Tiempos oscuros nos aguardan José María, llevas razón, pero también es
ahora cuando te necesito íntegro y decidido como siempre has sido, olvida del
todo esa melancolía que tanto te ha afectado por mi ausencia; pensemos y
actuemos con cautela pues de las decisiones que tomemos dependerá no solo
nuestro futuro, también el de aquellos que nos importan.
¿De modo que te has decidido a ascender
con Pedrín a esa montaña?, resulta extraño lo que te voy a decir, pero el otro
día soñé con ello. Llegaste a la base con las primeras luces del día y
comenzabas a escalar a buen ritmo hasta que se levantó el aquilón arrastrando
con él un frente de lluvia que convertía en penosa la ascensión; decidiste
detenerte y hacer noche en un saliente y así te vi, dormido, tranquilo mientras
el barro y la lluvia resbalaban por tus cabellos de azabache. Un relámpago te
hizo despertar y, lejano, el trueno pronunció tu nombre. Tu rostro empezó a
deshacerse jirón tras jirón de piel hasta quedar solo los músculos, de las
cuencas de los ojos surgían miles de gusanos y hormigas de la boca, el rayo
cayó de nuevo sobre ti, atravesando tu carne y caíste y yo caía contigo al
abismo hasta que llegando al fondo los dos nos hicimos pedazos y nuestros
cuerpos ensangrentados siguieron rodando ladera abajo. Los lobos devoraron lo
que quedaba dejando solo los huesos, perdidos en la espesura del bosque,
olvidados de todo y de todos. Entonces desperté con un grito, seguía aquí, en
Madrid; solo había sido una pesadilla.
Quiero que me prometas que no irás
allí, amor mío; tengo un mal presentimiento sobre esa ascensión. Te llegará esta por los mismos
medios que a mí llegó la tuya y espero sea pronto.
Aún recuerdo el verso que sigue al tuyo en el
libro que ambos escribimos alternándonos…
De la luz y la sombra
del mar de plata
es tu voz caracola
bajo las aguas.
De la espuma dormida
sobre la arena
astro y playa lucían
en luna llena.
De la roca la llama,
furioso rayo,
fugaz atravesaba
su centro, un canto.
Vacilante la bruma
cabe la brisa
abrazándose jura
amor y vida.
Cuando sopla levante
siente mi ser
la fragancia que arde
bajo la piel.
El fugaz parpadeo
el tiempo ignoto
de sabernos eternos
tras de los ojos.
Porque nada se puede
si no son dos
corazones que mecen
sangre de amor.
Esperando
impaciente tu respuesta, tu amada Inés en Madrid, a 13 de junio de 1917
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