jueves, 8 de octubre de 2015
Era tu piel
*
Era tu piel tan trémula y brillante
como un solsticio de verano, y todo
hacía presagiar que, de algún modo,
la luna de tu vientre, ya menguante,
habría de morir y renacer
en plenitud e indómita en mi boca
a fuerza de jadeos; una roca
fundente en un espasmo de placer.
Tu sombra se elevaba en los agudos
vértices del silencio, sobre el lecho,
donde las lenguas crean cada jerga.
De pronto amaneciste, oh luz, y mudos
quedamos. Tú en la paz, yo satisfecho
del mar que derramaba en ti mi verga.
*
M. Á. M.
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