*
A la
paloma que, torcaz, espera
bajo
sus alas la mirada ardiente
de la
mañana, pues fugaz se siente
luz
primavera.
A la
paloma que, en su pecho herida
del aquilón,
donde perdió la paz,
recogeré,
y así hallará solaz
toda la
vida.
A la
paloma que voló sin plumas
lejos
del nido, por vivir su edad,
y a la
que fue por fin, y en libertad,
alba en
las brumas.
*
M. Á. M.
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