*
Cuando
lleguen los vencejos en las noches de junio
y revolotee el recuerdo afín de primavera
por la
boca, esa rosa palpitante que todo lo sabe
habrá de deshojar cada minuto
en la
espera silente que anuncia la nívea caricia del alba.
Entonces
te veré y sé que tú me verás
y
habitaremos de nuevo en esos espacios
a los que el tiempo no asoma,
y por
fin podré sentirte tal como te siento: rocío nocturno,
y en
este duelo a muerte con la vida que mis huesos sostienen
serás
victoria de la carne
y
sangre que inspira
a
seguir adelante,
en pos
de tus alas, remontando ese vuelo
que
trasciende intangible,
tácito, como la silueta fugaz de nuestros nombres
ante el insondable
sueño de nacer
entre la
búsqueda de un motivo
y la
certeza de amar, morir
y
resucitar al ayer.
Cuando
lleguen los vencejos
quizás
ya no estemos,
quizás
nadie nos recuerde,
quizás
nada quede,
pero
algo me dice
que,
aunque solo sea por un momento,
aquel
mismo en que habitamos
desde
que al fin nos conocimos,
volveremos
a ser.
*
M. Á. M.
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