Bajo sueños de luz
una palabra
nos despiertan dormidas
las dulces aguas
que, del bloque de arcilla,
el alfarero
concibiera en caricias
de labio al vuelo
que, en la flor de la sangre
tras nuestros huesos,
crepitantes derraman
el fuego eterno.
En la paz de los sueños
vive la llama
encendida, el amor
que nace, el alba;
bajo sombras de dicha
entre dos aguas,
para hacer de la vida
la luz del alma.
Pues por eso nacemos
cada mañana:
para ser los luceros
de la palabra.
*
M. Á. M.
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