*
Un
trágico silencio está en el aire;
un viento
de metal, un fuego súbito
y todo
ese dolor sin fuselaje.
La vida
es un azar, un juego absurdo
de
cartas que se van sin equipaje,
un
cúmulo de tiempos, ya perdidos
que no
regresarán de entre los Alpes.
Ahora
es el momento de llorar
con
todos los que siguen, cuya sangre
reclama
ese consuelo sanador
que
cierre sus heridas, y al instante
ofrezca
una esperanza en que luchar,
sabiendo
que sufrir es esa llave
que
hace de la vida una ocasión,
una
oportunidad, pues nunca es tarde
para
tener, por una vez, presentes
a
aquellos que se fueron siempre amables
en
todos los recuerdos, que quedaron
sellados
este día que nos arde
a todos
como hermanos, compatriotas
de un
mundo sin fronteras en pesares.
*
M. Á. M.
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