lunes, 29 de junio de 2015

A la memoria de los pájaros sombríos




















*



A la memoria de los pájaros sombríos mi voz se aferra

como a clavo, que ardiente, todo lo consume tras de sí

quizás rogando -oh dios desconocido- una redención anticipada,

erigida en torno a las plumas mas negras del cosmos conocido

para que puedan cubrir de una maldita vez

 la exánime luz de nuestros grises días 

por esa interminable cuenta pendiente 

que nos queda por cobrar con el apolillado ataúd que sostiene el 

viento entre las manos,

de caricias nefastas y constantes sobre nuestra carne, 

cada vez más marchita, 

luego putrefacta;

y llamen al propósito final de toda esta devastación: 

Desaparecer bajo la sombra del olvido que acecha tras la esquina

en un alba cuajada de silencios escarlatas

y así acaso rompan iracundas 

las atroces cadenas celestes que nos dieron forma (humana, quién lo diría...)

para liberar, acto seguido, esas otras galaxias infinitas que fluyen por adentro

como ríos de sangre y fuego en el crepúsculo del alma

y se desgajan lentamente, haciendo del último momento

concepto diferente, absurdamente eterno,

perfectamente blanco y armonioso,

sin más dolor y al compás de esa música inaudita

que, por todo lo que fuimos, somos y seremos,

aún nos late en el costado

y que, aún con todo ello a cuestas,

no deja de sonar y resonar 

en acordes imposibles de entender

mientras el sueño continúe

o nosotros despertemos a la vida

, que yace todavía, 

en el sordo tremor de la tormenta.




*


M. Á. M.

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