jueves, 26 de marzo de 2015

Por los cristales del alma


















*





Bajo la sombra de un sueño

de diamante envuelto en plata

la noche va caminando

sobre un grillo a cuatro patas.

Con mis ojos que lo miran

a través de las ventanas

en delirio y fuego insomne

entre suaves puñaladas.

Y van sangrando las horas

tras las fauces de su cara,

clava sus dientes de hielo

por los cristales del alma;

la casa que se derriba

cubierta de barro y grava;

escombro de lo que fuimos

antes de la madrugada.

Pasan dos alas sin uñas

agudas como de garzas;

sé que no pueden volar,

tienen las plumas cortadas.

Y, otra vez, él me sonríe

con sus ojeras amargas

y me hace una reverencia

mientras sus dardos se ensañan.

Ahora en el agujero,

allí donde hicieran diana,

se advierte un sol al desnudo

cubierto de telarañas.

Deja que arranque esa risa

a la sierpe, que lo llama,

deja que corte su lengua

con el cuchillo del alba;

deja que deje otra vez

que despierte a mi llamada

la luna que está sangrando

tras de nebulosas mantas;

deja que rapte su llanto,

deja que enjugue sus llagas

y nade por sus orillas

antes de hundirme en la nada.

Vagando sobre el silencio

que quiebra las secas ramas

está la efigie de un hombre

vestido en férrea capa

mientas la niebla lo esconde

tras suaves cortinas de agua.

El viento arrastra una nota

que se descuelga del arpa;

es un lamento suicida,

badajo de mil campanas,

y el diapasón inasible

con su flagelo las rasga

como gubia en la madera

de la tormenta que estalla

y se derrama en astillas

un cosmos negro de lágrimas

con sus raíces eléctricas

ardientes por las entrañas

de las nubes, al acecho

del reflejo de esa estatua,

donde la vida es aún

una quimera de nácar

que aparece entre las sombras

por el camino del agua

donde el beso azul, la muerte,

confirma al fin que se apaga:

Cuerpo de grillo y afrenta,

sueño de luz, catarata

de oscuridad, pesadilla

que termina, eterna calma,

paso y traspaso el silencio

y, luego de todo, nada...









*







M. Á. M.










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