jueves, 13 de noviembre de 2014

El río continúa













Imagen: río órbigo, en Seisón de la Vega, León, España










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El río continúa

lejano en la palabra, transparente,

con una voz que horada el frágil puente,

mientras que se gradúa

y talla imperceptible

su agua en lo intangible

de la historia, del hombre y de sus pasos

a poniente. La sombra

se espesa por detrás de aquella alfombra

de todos los fracasos,

que incrusta en la memoria

su ayer desvanecido,

celaje en los ocasos,

negándose la luz y el viejo ruido;

el pájaro, la noria

y el valle en que nacer bajo el olvido.

El río no me alcanza

y, sin embargo, bebo

de sus aguas amargas las arenas

que han hecho de mis venas

el sello de la sangre y la alïanza

bajo mi piel de acebo

en pulsos de floridas azucenas.

La noche es una orilla

de prados y certezas

sobre la oscuridad,

que se nutre en silencio

y por dentro vivencio

al vuelo, yo, polilla

que posa sobre sí la soledad

azul y las tristezas

lejos de esta ciudad

de ilusiones y sueños,

de quimeras y leños

ardiendo en vanidad.

Somos cuajos de agua

que brota en manantiales inconexos

y fluye hasta la fragua

candente, para darnos nuevos nexos

entre los hierros rojos,

del yunque de la vida

e irnos sin despojos;

ni la tenaz herida

abierta en el temor,

que se resiste a ser cicatrizada

camino de la nada,

donde solo persiste nuestro amor.


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MM
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